EL PROPOSITO ETERNO DE DIOS


" ... conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, ..." Efesios 3:11


  1. El gran plan de Dios para la redención - David Martyn Lloyd-Jones (1899-1981)
    “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor…” (Efesios 1:3-5).

    El gran plan de Dios es sugerido en el versículo 3. En la eternidad, hubo un gran concilio entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El versículo que le sigue nos indica cuándo tuvo lugar: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor…” (Ef. 1:4-5). ¿Comprendemos que nuestra salvación fue ideada antes de que el mundo fuera ideado o creado? Es la comprensión de este hecho lo que impulsa al hombre a ponerse en punta de pies y alabar a Dios a viva voz: “¡Nos escogió en él antes de la fundación del mundo!”.

  2. El pacto de Dios en la eternidad - Carlos Spurgeon (1834-1892)
    Para comprender un pacto, hay que saber quiénes son los signatarios; segundo, cuáles son las estipulaciones del contrato; tercero, cuáles son sus objetivos y, luego, profundizando aún más, hay que comprender algo de los motivos que llevaron a las partes involucradas a establecer el pacto entre ellos.

  3. La naturaleza del pacto de Dios - Patrick Gillespie (1617-1675)
    La naturaleza general de este pacto es como todos los demás13. Sean las que fueren las diferencias que hacen exclusivo a un pacto, lo siguiente es esencial y común a todos ellos: Son acuerdos. Y es una transacción y acuerdo entre [el Padre] y Cristo el Mediador sobre la obra de nuestra redención. Notaremos la característica exclusiva de su naturaleza, al investigar un poco los diversos actos eternos de la voluntad de Dios que sucedieron al mismo tiempo para formar este acuerdo.

  4. Padre e Hijo coinciden - Peter Bulkeley (1583-1659)
    Que existe un pacto entre el Padre y el Hijo con respecto a nuestra salvación, lo admito con gusto, y me propongo enfocarlo y confirmarlo con las Escrituras. Todo el tema de nuestra salvación fue tramitado entre el Padre y Cristo antes de sernos revelado a nosotros. De allí que fue dicho que somos dados a Cristo (Jn. 17:6, 10) como si el Padre dijera al Hijo: “A estos tomo como vasijas de misericordia, tráemelos a mí porque se destruirán a sí mismos, pero tú los salvarás de su condición perdida”. Y entonces, el Hijo los toma de la mano de su Padre y, viendo la voluntad de su Padre (Jn. 6:37-39), se ocupa de que no se pierda ninguno de los que su Padre le dio.

  5. La realidad del plan de Dios - R. B. C. Howell (1801-1868)
    La Palabra de Dios enuncia de principio a fin, el más amplio de los testimonios sobre la verdadera existencia del Pacto de Redención, llamado Pacto de Gracia por la mayoría de los escritores.

    Por ejemplo, el carácter de Garante dado al Salvador en los oráculos divinos, incluye necesariamente la instauración de un pacto. Lo menos que puede decirse de esa asignación es que el que lleva ese título es, de hecho, el representante de terceros y, por lo tanto, asume el compromiso de cumplir ciertas obligaciones en el nombre y para el beneficio de estos (He. 7:22).

  6. El Mediador escogido - Arthur W. Pink (1886-1952)
    Los decretos de Dios, su propósito eterno, los consejos inescrutables de su voluntad, ciertamente, son muy profundos. No obstante, lo que sabemos es que, de principio a fin, tienen una relación definitiva con Cristo porque él es el Alfa y la Omega de todas las transacciones del pacto. Spurgeon lo expresó bellamente: “Busca la fuente celestial de la que fluyen hacia nosotros las corrientes divinas de la gracia y encontrarás que esa fuente es Jesucristo, el manantial del amor del pacto. Si tus ojos pudieran ver el rollo del pacto, si se te permitiera en un estado futuro, ver el plan de redención completo como fue trazado en las cámaras de la eternidad, verás la línea de sangre carmesí del sacrificio redentor que corre a lo largo del margen de cada página y verás, de principio a fin, que siempre apunta a un objetivo: La gloria del Hijo de Dios”. Entonces, resulta extraño que, a pesar de que muchos comprenden que la elección es el fundamento de la salvación, pasan por alto la gloriosa Cabeza de la salvación, en quien los escogidos fueron elegidos y de quien reciben toda bendición.

  7. Gran esperanza en el propósito de Dios - Thomas Brooks (1608-1680)
    Amados en nuestro Señor, en la primera parte de mi libro The Golden Key” (La llave de oro), les he mostrado a ustedes siete argumentos que cada cristiano sincero puede presentar, basados en varios pasajes en el Antiguo y Nuevo Testamento que se refieren, ya sea al gran día de rendir cuentas o a días particulares de hacerlo. En esta segunda parte, empezaré donde quedé y les mostraré otros argumentos especiales que todo creyente puede invocar en este caso…

  8. Designios de Dios en la muerte de Jesús - Archibald A. Hodge (1823-1878)
    Cristo murió en cumplimiento de los términos de un Pacto de Redención eterno acordado entre el Padre y el Hijo. Las condiciones asumidas por Cristo fueron que él, al vivir y morir, por su obra y sufrimiento, cumpliría todas las obligaciones legales de su pueblo. Las condiciones prometidas por el Padre fueron: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Is. 53:11).

  9. El propósito de Dios consumado - Carlos Spurgeon (1834-1892)
    “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:7-8).

    Mi objetivo principal es mostrarles que esa unión gloriosa y bendita que será celebrada entre la Iglesia y su Señor, será lo que Juan llama “las bodas del Cordero”. La unión siempre bendita y eterna de las almas con Cristo será específica y enfáticamente dependiente de su sacrificio. El Apóstol amado que recostó su cabeza sobre el Maestro y el que más sabía de él por inspiración del Espíritu Santo, describe aquí la unión perfecta de toda la Iglesia de Dios con su Esposo divino con estas palabras: “Han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado”...

  10. Amando a Jesús por su obra eternal - Isaac Ambrose (1604-1664)
    Debemos amar a Jesús por llevar a cabo esa obra grandiosa de nuestra salvación en la eternidad. Y ésta es el fruto o efecto de la fe porque, una vez que creemos, todos esos designios y transacciones nos corresponden, ¡sí! Son para nosotros. Entonces, ¿cómo podemos dejar de amar a ese Dios y a ese Cristo que nos amó a nosotros primero y sin reservas? Dios nos amó antes de que nosotros lo amáramos a él, nos amó aun en aquella eternidad antes de la fundación del mundo. Por ende, hemos de amarle por sobre todas las cosas. Así como el diamante da forma y forja al diamante, el amor da forma y forja al amor. O así como una pequeña chispa convierte al combustible en un gran fuego, así este antiguo amor de Dios y Cristo bien puede causar que nuestro amor se renueve.

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