ECLESIASTES
CAPITULO 12
2017 | "Como viviremos ?", Eclesiastes 12:9-14 | |
2017 | "Acuérdate de Tu Creador: Redimiendo la Vanidad en la Gracia Soberana", Eclesiastes 12:1-8 |
Libro de Eclesiastes
"La Vanidad de la Vida y la Soberanía de la Gracia"
Eclesiastés 12:13-14 "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala."
1. La Condición del Hombre: La Vanidad de la Vida Sin Dios
Introducción a la Doctrina del Pecado y la Caída
Eclesiastés refleja el estado caído del hombre. Desde la caída de Adán, toda la creación fue sujeta a vanidad (Romanos 8:20). El Predicador muestra la futilidad de la vida cuando se vive “bajo el sol” (sin una perspectiva eterna). Aquí encontramos una verdad fundamental: sin Dios, todo esfuerzo humano carece de propósito eterno.
La Vanidad como Resultado del Pecado
La palabra “vanidad” aparece repetidamente en Eclesiastés. Esta palabra hebrea (hebel) significa “vapor” o “aliento”, describiendo algo efímero, vacío. Esta es la experiencia humana post-Éden: la vida parece una continua lucha que termina en la muerte. Eclesiastés muestra cómo, sin Dios, ni la sabiduría, ni el placer, ni el trabajo pueden satisfacer el anhelo profundo del alma humana (Eclesiastés 1:2, 2:11, 5:10).
El Pecado como la Causa del Vacío
La vanidad no es simplemente un estado emocional, sino una realidad teológica. El pecado ha distorsionado toda la creación y ha separado al hombre de Dios. Sin comunión con su Creador, el hombre queda en un estado de desesperación.
Referencias Bíblicas:
Romanos 3:10-12: “No hay justo, ni aun uno… no hay quien busque a Dios.”
Salmos 14:1-3: El hombre en su estado caído rechaza a Dios y no tiene propósito eterno.
El hombre es incapaz de encontrar satisfacción porque fue creado para la eternidad (Eclesiastés 3:11), pero el pecado le impide acceder a ella. Este es el dilema existencial que lleva a Salomón a concluir que “todo es vanidad” sin Dios.
2. El Juicio Inevitable: Dios Traerá Toda Obra a Juicio
La Doctrina de la Justicia de Dios
Eclesiastés 12:14 revela que el juicio de Dios es inevitable. Aquí vemos la doctrina de la justicia de Dios en su plenitud. Toda obra, incluso la más oculta, será revelada ante el tribunal divino (Romanos 2:16). No hay escape del juicio para el hombre que vive en pecado. Este juicio no solo abarca las acciones externas, sino también las intenciones del corazón (1 Corintios 4:5). Todo será expuesto ante la justicia perfecta de Dios.
El Juicio y la Santidad de Dios
Dios es santo, y Su santidad exige que toda obra sea juzgada conforme a su rectitud. No puede tolerar el pecado, porque Su justicia es absoluta (Habacuc 1:13). El estándar de Dios no es comparativo, sino perfecto: “Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16). Este juicio revela que el hombre, por sí mismo, no puede escapar de la condenación, ya que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
Referencias Bíblicas:
Hebreos 9:27: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.”
Eclesiastés 3:17: “Dije en mi corazón: al justo y al impío juzgará Dios.”
3. La Imposibilidad de Cumplir los Mandamientos: El Hombre Necesita un Salvador
El Mandato de Temer a Dios y Guardar Sus Mandamientos
Eclesiastés 12:13 establece que el “todo del hombre” es temer a Dios y guardar Sus mandamientos. Pero la realidad es que el hombre, en su estado caído, es incapaz de hacer esto perfectamente. La Ley de Dios es santa, justa y buena (Romanos 7:12), pero el hombre es incapaz de cumplirla a causa de su pecado. Pablo afirma que “la ley es nuestra guía para llevarnos a Cristo” (Gálatas 3:24). La Ley revela la incapacidad del hombre para alcanzar la justicia por sus propias obras.
La Necesidad de un Redentor
Este mandato de guardar los mandamientos revela la profundidad del problema humano: el hombre necesita un Salvador. Aquí es donde la doctrina de la gracia soberana entra en juego. Dios, en Su misericordia, no dejó al hombre bajo el peso de su culpa, sino que proveyó un camino de salvación en Cristo.
Referencias Bíblicas:
Romanos 3:20: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”
Romanos 7:24-25: “Miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo nuestro Señor.”
4. La Gracia Soberana de Dios: El Único Camino a la Salvación
La Doctrina de la Gracia Soberana
La gracia es el favor inmerecido de Dios hacia pecadores que merecen Su juicio. Es soberana porque Dios la otorga a quien Él quiere, sin depender de las obras o méritos del hombre (Efesios 2:8-9). La salvación es totalmente una obra de Dios, desde la elección hasta la glorificación (Romanos 8:29-30).
Cristo: El Cumplimiento de la Ley
Jesucristo es la única solución para el dilema del hombre. En Él, Dios cumple Su justicia y derrama Su gracia. Jesús vino a cumplir la Ley que nosotros no podíamos cumplir (Mateo 5:17), y en la cruz recibió el juicio que nosotros merecíamos (Isaías 53:4-6). Aquí vemos la profundidad de la gracia: Dios satisface Su justicia al castigar el pecado en Su Hijo, y extiende Su misericordia al justificar al pecador. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
La Imputación de la Justicia de Cristo
No solo somos perdonados por la cruz, sino que también somos revestidos con la justicia de Cristo. Esta es la gran doctrina de la justificación por fe. Cristo no solo quita nuestro pecado, sino que nos imputa Su justicia perfecta (Filipenses 3:9). Es esta justicia la que nos capacita para presentarnos ante el tribunal de Dios sin temor.
Referencias Bíblicas:
Romanos 5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Efesios 2:4-5: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo.”
5. La Nueva Vida en Cristo: Liberación de la Vanidad
El Nuevo Nacimiento: Una Nueva Creación
La gracia no solo nos justifica, sino que también nos regenera. En Cristo, somos hechos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Ya no vivimos bajo la vanidad de la vida sin Dios, sino que hemos sido transformados para vivir en novedad de vida. Esta nueva vida es un don de Dios y es el resultado de la obra del Espíritu Santo en nosotros.
La Gloria Futura: La Esperanza de la Eternidad
La vanidad y el juicio no son el final de la historia. Para aquellos que están en Cristo, hay una esperanza gloriosa de vida eterna en Su presencia. Todo lo que era vanidad bajo el sol será reemplazado por la gloria eterna en la presencia de Dios (Romanos 8:18). La promesa del Evangelio es que un día seremos liberados completamente del pecado y viviremos para siempre con nuestro Creador.
Referencias Bíblicas:
Romanos 8:30: “A los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Juan 10:28: “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”
Conclusión: Una Llamada a Rendirnos a la Gracia de Dios
El mensaje de Eclesiastés nos muestra la desesperanza de una vida sin Dios. Pero también nos apunta hacia la necesidad de rendirnos a la gracia soberana de Dios en Cristo. Hoy, Dios ofrece salvación, no por obras, sino por gracia. Que nadie salga de aquí confiando en sus propios esfuerzos, sino que se refugie en la perfecta obra de Cristo.
Referencias Finales:
Deuteronomio 30:19: “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.”
Juan 14:6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
"Acuérdate de Tu Creador: Redimiendo la Vanidad en la Gracia Soberana"
Eclesiastés 12:1-7 "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento."
1. La Vanidad de la Vida Bajo el Sol
El Contexto de Eclesiastés: La Realidad de la Caída
El libro de Eclesiastés ofrece una evaluación honesta de la vida en un mundo caído. La frase “bajo el sol” se repite a lo largo del libro para describir la perspectiva humana desde una visión terrenal y sin la intervención divina. La palabra hebrea para “vanidad” (hebel), que significa vapor o aliento, nos muestra la naturaleza efímera e insustancial de todo esfuerzo humano sin Dios. Esta palabra es clave para entender el mensaje de Salomón: todo, sin la perspectiva eterna, es vano.
Referencias Bíblicas:
Eclesiastés 1:2: "Vanidad de vanidades, dice el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad."
Romanos 8:20-21: "Porque la creación fue sujeta a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza."
El Resultado de la Caída: La Futilidad del Esfuerzo Humano
La vida humana, sin la gracia redentora de Dios, es como un ciclo interminable de frustración y desesperanza. El trabajo, los placeres y el conocimiento no pueden satisfacer el anhelo del corazón humano de eternidad (Eclesiastés 3:11).
Referencias Bíblicas:
Salmo 39:5: "He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive."
Efesios 2:1-3: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo siguiendo la corriente de este mundo."
2. El Mandato de Recordar a Nuestro Creador: Un Llamado a la Gracia
La Juventud y la Tentación de Olvidar a Dios
Eclesiastés 12:1 nos exhorta a “acordarnos de nuestro Creador” antes de que lleguen los días malos. La juventud es una época de vigor y oportunidades, pero también de tentación a olvidar a Dios, buscando placer y satisfacción en las cosas del mundo (Eclesiastés 11:9). Aquí se establece una tensión entre disfrutar los dones de Dios (lo cual es legítimo) y no perder de vista que somos responsables ante Él por cómo vivimos nuestras vidas.
El Juicio Inevitable y la Necesidad de Redención
Salomón nos recuerda que, a pesar de los placeres de la vida, hay un juicio inevitable. Todo lo que hacemos será traído a la luz (Eclesiastés 12:14). El mensaje aquí es claro: el juicio de Dios es cierto, y ningún hombre puede escapar de él por sus propios méritos.
Referencias Bíblicas:
Hebreos 9:27: "Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio."
Eclesiastés 3:17: "Dije en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace."
3. La Gracia Soberana: El Único Camino para Redimir la Vanidad
El Fracaso de la Autosuficiencia y la Necesidad de la Gracia
Eclesiastés nos muestra que, sin Dios, el hombre está condenado a un ciclo de frustración y desesperanza. Sin embargo, la gracia de Dios cambia esta realidad. La gracia no es solo una ayuda, sino el único medio por el cual el hombre puede ser redimido.
Cristo: El Fin de la Vanidad y la Redención de Nuestra Existencia
Jesucristo es la manifestación suprema de la gracia de Dios. En Su vida perfecta, muerte sustitutiva y resurrección, Cristo pone fin a la vanidad de nuestra existencia. Él tomó sobre sí la maldición de la vanidad y del pecado para darnos una vida plena y eterna. La doctrina de la justificación por gracia sola muestra cómo somos declarados justos no por nuestros méritos, sino por los méritos de Cristo imputados a nosotros (Romanos 5:1).
Referencias Bíblicas:
Efesios 2:8-9: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
2 Corintios 5:21: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él."
4. La Nueva Vida en Cristo: Disfrutando de los Dones de Dios con Propósito Eterno
Una Nueva Perspectiva de la Vida en Cristo
Cuando nos acordamos de nuestro Creador y somos redimidos por Su gracia, obtenemos una nueva perspectiva de la vida. Ahora podemos disfrutar de los dones de Dios (trabajo, familia, placer) con un propósito eterno, sabiendo que estos son regalos de un Padre amoroso.
El Propósito Redentor de Dios en Todas las Cosas
La gracia de Dios no solo nos salva del juicio, sino que también nos capacita para vivir una vida que glorifica a Dios. Esto nos lleva a disfrutar de la vida con gratitud y reverencia, reconociendo que nuestras acciones tienen un propósito eterno.
Referencias Bíblicas:
Colosenses 3:17: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él."
1 Corintios 10:31: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." Conclusión: Una Llamada a la Salvación y a la Gracia Salomón nos recuerda que el fin de todas las cosas es temer a Dios y guardar Sus mandamientos (Eclesiastés 12:13). Sin embargo, solo podemos hacerlo a través de la gracia de Dios en Cristo. Hoy es el día para acordarnos de nuestro Creador, recibir Su gracia y vivir con propósito eterno. Llamado Final: Invita a los oyentes a abandonar la vanidad de la vida sin Dios y a abrazar la gracia de Jesucristo, el único que puede redimir nuestra vida y darnos una esperanza eterna. Referencias Finales: Juan 10:10: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." Mateo 11:28: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar."
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